Nuevamente, y por segunda vez, su buen amigo Bombadil, sucumbió al padre tiempo, y tuvo que dejar la pluma en el tintero, sin entregar a tiempo su artículo; el cual esta vez traía al recuerdo tiempos antiguos. Tiempos que se remontan a los orígenes de la tierra media – Arda – pues como muchos de ustedes bien sabrán, los acontecimientos que se narran en el señor de los anillos, solo corresponden – en orden cronológico – a los últimos meses de la tercera edad, cuando los hombres hicieron frente a Sauron por última vez.
Esta vez, me viene a la mente un pasaje extraído de la lectura de ese compendio que muchos conocemos como Silmarillion, y que es solo una parte de las extensas crónicas de las primeras edades; en los tiempos previos a la luz del sol y de la luna; que el buen Bilbo escucho, durante su estancia en Rivendel.
Así sucedió pues que de los Ainur algunos siguen morando con Ilúvatar más allá de los confines del Mundo; pero otros, y entre ellos muchos de los más grandes y más hermosos, se despidieron de Ilúvatar y descendieron al Mundo. Ilúvatar les impuso esta condición, quizá también necesaria para el amor de ellos: que desde entonces en adelante los poderes que él les había concedido se limitaran y sujetaran al Mundo, por siempre, hasta que el Mundo quedase completado, de modo tal que ellos fuesen la vida del Mundo y el Mundo la vida de ellos. Y por esto mismo se los llama los Valar, los Poderes del Mundo.
Esta es la razón por la que los hombres – mortales por el don de Eru – los llamaron dioses, y les reverenciaron desde el inicio; pues esa fue la enseñanza de los eldar; pero aun más temor, sintieron por Melkor – a quien los eldar dieron el nombre de Morgoth – pues les ofreció muchas cosas, y muchos dones. Pero jamás pudo dar mas de lo que el era, pues la llama imperecedera, es el corazón de Arda, y es Eru quien la puso ahí.
Esta vez, me viene a la mente un pasaje extraído de la lectura de ese compendio que muchos conocemos como Silmarillion, y que es solo una parte de las extensas crónicas de las primeras edades; en los tiempos previos a la luz del sol y de la luna; que el buen Bilbo escucho, durante su estancia en Rivendel.
Así sucedió pues que de los Ainur algunos siguen morando con Ilúvatar más allá de los confines del Mundo; pero otros, y entre ellos muchos de los más grandes y más hermosos, se despidieron de Ilúvatar y descendieron al Mundo. Ilúvatar les impuso esta condición, quizá también necesaria para el amor de ellos: que desde entonces en adelante los poderes que él les había concedido se limitaran y sujetaran al Mundo, por siempre, hasta que el Mundo quedase completado, de modo tal que ellos fuesen la vida del Mundo y el Mundo la vida de ellos. Y por esto mismo se los llama los Valar, los Poderes del Mundo.
Esta es la razón por la que los hombres – mortales por el don de Eru – los llamaron dioses, y les reverenciaron desde el inicio; pues esa fue la enseñanza de los eldar; pero aun más temor, sintieron por Melkor – a quien los eldar dieron el nombre de Morgoth – pues les ofreció muchas cosas, y muchos dones. Pero jamás pudo dar mas de lo que el era, pues la llama imperecedera, es el corazón de Arda, y es Eru quien la puso ahí.
1 comentarios:
Pedro Pablo Bombadil:
Te cuento que me reúno con chicos de segundo de Media de un colegio de Jesús María para aprender de Tolkien: buen grupo, aunque todavía en zapatillas. Usaremos tus materiales para trabajar. Un abrazo.
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