Regreso a la Comarca

Recuerdan que en los últimos capítulos de sexto libro, cuando creíamos que ya no quedaban historias por contar, nos damos con la sorpresa que los pequeños Hobbits aun tienen asuntos por resolver. Al encontrar una barrera en el puente del Brandivino, sabemos que las cosas han cambiado en La Comarca, y que se necesitara de los viajeros para que todo vuelva a la normalidad.

Hombres mestizos, nos cuenta Sam, son quienes atemorizan a los medianos; pero huyen ante el tono autoritario y la presencia de los viajeros; recordemos que los cuatro iban montados, con armadura yelmo y espada, ataviados con las insignias de Gondor y Rohan.

La guerra se desata, y al final expulsan a los intrusos, logrando una victoria que no parecía posible, frente a un reducido grupo de bandoleros que no esperaban una reacción tan decidida. Si bien es cierto, todos participan, son Meriadoc y Peregrin a quienes se les atribuye la capitanía de la batalla, ellos se convertirán en figuras famosas, no solo por su tamaño.

Al final, encontramos al instigador de todas estas desgracias, Zarquino, quien obra maldades con lo que le resta de poder. Aquí presenciamos la sabiduría que ha adquirido Frodo, un poder que le ha otorgado los grandes sufrimientos y las experiencias vividas. Frodo no permite que se mate al mago, y más bien ofrece asilo a Grima. Como dice Saruman: Has crecido mediano, has crecido mucho, eres sabio y cruel.

Manos que curan

Había olvidado casi por completo, trasmitirles este pasaje que encontré entre las hojas del quinto libro, y nos recuerda como es que el pueblo de Gondor descubre que había un rey entre ellos, y que los tiempos venideros habrían de ser diferentes para siempre.
Faramir, Meriadoc y Eowyn han sido llevados a las casas de curación, pues junto a otros sufren de una mal producto del encuentro con los Nazgul. No parece haber salvación para ellos, y la mas anciana de las servidoras llora al ver a Faramir moribundo:
—¡Ay de nosotros, si llega a morir! ¡Ojalá hubiera en Gondor reyes como los de antaño, según cuentan! Porque dice la tradición: Las manos del rey son manos que curan. Así el legítimo rey podría ser reconocido.
Es así que Aragorn luego de plegar el estandarte - pues como le dice a Imrahil, era mas un capitán de los montaraces, poco acostumbrado a las ciudades y a las casas de piedra - ingresa a ver a los heridos. Luego de demostrar que sus habilidades, no solo se ceñían a la guerra, y pedir athelas, las usa para curar a faramir, quien despierta:

De pronto Faramir se movió, abrió los ojos, y miró largamente a Aragorn, que estaba inclinado sobre él; y una luz de reconocimiento y de amor se le encendió en la mirada, y habló en voz baja.
—Me has llamado, mi Señor. He venido. ¿Qué ordena mi rey?
—No sigas caminando en las sombras, ¡despierta! —dijo Aragorn—. Estás fatigado. Descansa un rato, y come, así estarás preparado cuando yo regrese.
—Estaré, Señor —dijo Faramir—. ¿Quién se quedaría acostado y ocioso cuando ha retornado el rey?
—Adiós entonces, por ahora —dijo Aragorn—. He de ver a otros que también me necesitan. —
Y salió de la estancia seguido por Gandalf e Imrahil; pero Beregond y su hijo se quedaron, y no podían contener tanta alegría. Mientras seguía a Gandalf y cerraba la puerta, Pippin oyó la voz de Ioreth.
—¡El rey! ¿Lo habéis oído? ¿Qué dije yo? Las manos de un curador, eso dije. —Y pronto la noticia de que el rey se encontraba en verdad entre ellos, y que luego de la guerra traía la curación, salió de la Casa y corrió por toda la ciudad.
Es así que luego de curar a la dama de Rohan, y a Meriadoc; Aragorn se da a la tarea de curar al resto de heridos, junto con los hijos de Elrond. Y se corre la voz " En verdad, el rey ha retornado" y lo llamaban piedra de elfo - por la piedra verde - y es así que su pueblo le da el nombre que le fuera predestinado al nacer.

El Estandarte

Una de las ideas que mas llama la atención al hojear el quinto libro, es el encuentro que tiene la escolta del rey Theoden – luego de la entrevista con Saruman – con un grupo de jinetes que venían del norte, buscando a uno llamado Trancos. Armados y pertrechados para la guerra, esta treintena de jinetes – los hijos de Elrond los acompañaban - tenian aspecto recio y arrogante,con rostros como de roca avejentada por los años y las campañas. Nos dice Gimli que a su lado, los jinetes de Rohan, parecían niños; ellos son la llamada compañía gris, los renombrados montaraces del norte, los últimos descendientes de los numenoreanos de antaño.

Ante la proximidad de la batalla, el futuro rey, hace uso de su herencia, y escruta en la piedra de Ortanc; como nos cuenta Aragorn luego de la ardua jornada, el derecho le sobraba, pero la entereza casi le falla. Es así que descubre que debe encontrar la forma de ayudar a los pueblos del sur, y frenar el avance de los corsarios de Umbar. Guiados por su valiente capitán, la compañía gris, junto a Legotas y Gimli, cruzan el sendero de los muertos, y al llegar a la piedra de Erech, reclama el juramento a los perjuros. La historia de la cabalgata feroz, con los muertos pisándoles los talones, se contara mas adelante, en los salones, y de boca de Legolas, a los pequeños hobbits.
Recordemos más bien, como llegan estos valientes a la batalla; Eomer viendo la batalla casi perdida - con la llegada de navios de velame negra - reune a sus hombres en una colina, y luego de un verso de muerte, levanta la espada en señal de desafio:

Entonces, de pronto, quedó mudo de asombro. En seguida lanzó en alto la espada a la luz del sol, y cantó al recogerla en el aire. Todos los ojos siguieron la dirección de la mirada de Eomer, y he aquí que la primera nave había enarbolado un gran estandarte, que se desplegó y flotó en el viento, mientras la embarcación viraba hacia el Harlond. Y un Árbol Blanco, símbolo de Góndor, floreció en el paño; y Siete Estrellas lo circundaban, y lo nimbaba una corona, el emblema de Elendil, que en años innumerables no había ostentado ningún señor. Y las estrellas centelleaban a la luz del sol, porque eran gemas talladas por Arwen, la hija de Elrond; y la corona resplandecía al sol de la mañana, pues estaba forjada en oro y mithril.

Así, traído de los Senderos de los Muertos por el viento del Mar, llegó Aragorn hijo de Arathorn, Elessar, heredero de Isildur al Reino de Góndor. Y la alegría de los Rohirrim estalló en un torrente de risas y en un relampagueo de espadas, y el júbilo y el asombro de la Ciudad se volcaron en fanfarrias y trompetas y en campanas al viento. Pero los ejércitos de Mordor estaban estupefactos, pues les parecía cosa de brujería que sus propias naves llegasen a puerto cargadas de enemigos; y un pánico negro se apoderó de ellos, viendo que la marea del destino había cambiado, y que la hora de la ruina estaba próxima.

Un rey de antaño, traído con el viento de la mañana, en momento de necesidad, regresa a Gondor, y el ejército lo proclama. El enano se emociona al volver a leer estas líneas.